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El Aikido me salvó la vida

Autor: Raymundo Fortuni.


Independientemente de que las artes marciales llevan en su nombre el mandato militar, marcial, de disciplina, todos los que la practicamos hemos tenido la sensación o el deseo en algún episodio de nuestras vidas de poder ser los salvadores de algo, de alguien. Como en en el cine nos imaginamos a nosotros mismos siendo los heroes de la película, salvando a una doncella en una torre abandonada o a un grupo de personas, tirando karatazos y patadas. Parte de nuestra generación, a la cual pertenezco, creció viendo a maestros como Bruce Lee, Steven Seagal y Jean Claude Van Dame.

De chamaco jugaba en la sala de mi casa simulando un ring y ahi era donde se llevaban a cabo las competencias mas divertidas de la infancia. Peleábamos los vecinos y mis hermanos, valía todo: box, patadas, llaves, lucha libre, etcetera. Sin tener un conocimiento exacto de que era lo que hacíamos, lo hacíamos con el placer de darnos y sabernos los vencedores, los heroes. Con el tiempo cuando uno va descubriendo el mundo, se encuentra con la existencia de varias disciplinas marciales, particularmente en el Aikido yo encontré eso que tanto andaba buscando.

El aikido me salvo la vida, no precisamente en un combate callejero, sino mas bien por todo lo que conlleva la practica de este budo. El Aikido es un concepto integral de como vivir tu vida de manera honesta, disciplinada, sana y exigente. En Mente, cuerpo y espíritu y eso es lo maravilloso del Aikido. Digo que me salvo la vida porque cuando empece a practicar Aikido tenia 20 años de edad y mucha gasolina en las venas. Gracias a que conocí lo que era El arte de la paz pude reivindicar mi camino. Claro, como un adolescente no tardé en dejarlo y seguir con mi vida occidentalizada: excesos, fiestas y descuidos personales.

Sin embargo he regresado veinte años después a buscar la salvación nuevamente. Ahora ya no soy un adolescente, ahora soy padre de familia y tengo las responsabilidades que exige la sociedad actual, pagos, estrés, cuidados, etcetera, un sinfín de situaciones, no sin contar que estamos viviendo en un mundo muy acelerado que cada vez exige mas de uno en el trabajo, en la casa, en la calle.

I dont need terapy I just need Aikido.... Y eso es lo que yo hago con esto, he enfocado mi energía, mis emociones, mis pensamientos y me corrijo y me autodisciplino gracias a la practica de este bello arte marcial. Curiosamente llegue a un estilo de aikido diferente y fascinante. Hace veinte años practicaba el estilo Aiki Calli, que probablemente sea el mas popular en el mundo sin embargo descubrí el estilo Tendoryu que significa pequeña escuela del camino al cielo, en pocas palabras y modestamente hablando lo que inculca Tendoryu es que literalmente podemos llegar al cielo. El Dojo Seirenkan es donde literalmente se moldea a las personas y es un lugar donde se respira el respeto y donde trabajamos nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu. Los instructores siempre han dado la mejor de las caras y la mejor de las actitudes creando así un ambiente muy sano y de armonía, de paz con el entorno.

Por eso yo digo que el Aikido me salvo la vida. Los invito a que lean este blog, a todos los que quieran conocer algo diferente a lo que mainstream dicta: Karate, futbol, gimnasio. Prueben el Aikido, no los va a decepcionar y tal vez, como a mi, les pueda salvar la vida.


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