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Seminario de Mujeres Aikidokas

Por Lorena Fortolís


Hace algunos años me invitaron a escribir algo sobre mi experiencia en el Aikido, fue una bella recopilación con historias de varias mujeres practicantes de Aikido Tendoryu. Leí todos los textos, no a todas las conocía en persona, con algunas había tenido oportunidad de compartir el tatami, pero al terminar de leer sus experiencias, visiones y percepciones, tuve muchas ganas de aprender de ellas, de practicar con todas, de tener oportunidad de compartir parte de lo que describían en sus textos y se me ocurrió plantear la posibilidad de hacer un seminario de mujeres. Realmente quería aprender y convivir con todas ellas.


https://tendoryuaikidointernationalwomenday.org/?fbclid=IwAR0lvungAie6Nnj_GYYUKn6HB9B01ryhc3wOET3njegALs9N_GiRe0iv1Ts


Yo me considero feminista, pero para ser franca, cuando expuse la idea no lo pensé como un acto feminista, no visioné asuntos de desigualdad ni nada por el estilo, sólo el interés por conocer y entrenar con todas.

Desconozco cómo es en otros países, pero en México, las mujeres se reúnen en las cocinas, a tejer, a platicar, incluso vamos juntas al baño (si, aunque suene raro), hay ese gusto por reunirnos entre nosotras, y me maravilló la idea de juntar a tantas mujeres con algo en común, que me apasiona tanto, como el Aikido.



Pero para mi sorpresa la recepción de la idea fue bastante negativa en el entorno del Aikido, la mayoría lo vio como un acto “feministoide”, confrontativo y equivocado.

Obvio algo que amo del Aikido es que cualquiera puede practicarlo, sin importar género, edad o tamaño, y no era mi intensión hacer algo “exclusivo para mujeres” o buscar separar la práctica, no soy de las personas que creen que hay que generar espacios sólo para unos u otros, la realidad en mi mente todo era más simple, pero fue interesante ver todas las reacciones alrededor de una idea tan inocente.


Primero la reacción de las compañeras:

Algunas dejaron ver claramente no querer ser incluidas e incluso mostraron miedo de que se les viera como parte de esta idea. Otras expusieron “te apoyo, pero no cuentes conmigo”, quienes sí lo vieron como un acto de rebeldía de inmediato se sumaron y plantearon los problemas de inequidad que viven en sus Dojos.


En los compañeros, muchos pensaron “¡ah! Que bien, me gusta la idea, queremos participar” (y claro que estaban considerados), otros sarcásticos preguntaron “¿Y quién se supone que va a enseñar en ese seminario?” y hubo quien hasta me ofreció una escoba haciendo alusión a mi condición de bruja.


En fin, yo sólo quería juntar amigas en torno al tatami y compartir experiencias desde nuestra visión femenina que puede tener similitud de vivencias, pero al parecer muchos problemas que existían salieron a flote, o bien la percepción de un mismo suceso cobró múltiples interpretaciones y eso es imposible de controlar.


Nunca se hizo realidad ese seminario, la verdad después de ver tanta negatividad, se desvaneció el deseo de querer hacerlo, pero decidí cada 8 de marzo hacer una clase sólo con mujeres en Seirenkan.


No porque no nos guste entrenar con los compañeros, quizás sólo porque igual que a nuestras abuelas, a veces nos viene bien juntarnos entre nosotras; y porque el Aikido es el arte de la paz y la armonía, y mientras existan mujeres en el mundo que no sean tan afortunadas como nosotras, que pueden practicar un deporte, asistir a la universidad, elegir con quien casarse, mientras sigan existiendo mujeres a las que matan por no usar un velo, mientras eso aun suceda, creo que está bien recordar juntas, que hay mucho trabajo por hacer para lograr un mundo en armonía como lo quería Morihei Ueshiba. Porque sin equidad no existe la armonía.


Nos vemos este 8 de marzo de 2023.

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