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Seirenkan Tlalpan, gracias.

por César Octavio Larrañaga


La última ocasión que participé en el blog, compartí que, para mí, entre múltiples efectos y salud a través y gracias al Tendoryu Aikido en Seirenkan Tlapan; ha sido una de las mejores decisiones que he tomado y experiencias muy saludables e integralmente complementarias para cualquier estilo o forma de vida. En particular, porque ayuda para mitigar el ego y/o la soberbia lo cual ya de por sí es muy sano e imprescindible:


Entre lo más sorprendente y contundente de mí experiencia personal en el Seirenkan es: ENSEÑARTE A CAER, así en mayúsculas ¿cómo?... Si lo de hoy es ser resiliente y demás anglicismos “traducidos” para aguantar el resultado de erróneas corresponsabilidades por manipulaciones e imposiciones económicas, políticas y culturales. En fin.


Caer es de perdedores y no de triunfadores que nunca se dejan vencer, cuando caer es de armonizarse con la otredad y uno mismo, sin relación alguna con el premio de la zanahoria moderna. Porque es saber fluir. Se escribe y se sabe muy apetitoso o muy fácil de decir; pienso, porque hay aún mucha rigidez y torpeza en mí disciplina escolar en Seirenkan.


Por siempre alumno y, muy satisfecho de ir aprendiendo a caer en este sentido mucho más poderoso y no efímero que los “triunfalismos” pueriles que se fomentan, promueven y engalana en otras áreas o sectores de la “vida” de competencias o complejos para la autoexplotación y ser reconocido, aprobado o aceptado.


Es así, aquí y ahora maravilloso; estar y vivenciar el budo en Seirenkan hace la disciplina de aprender a caer... y, de inmediato; aprender a levantarte y fluir. Es decir; no dejas nunca de fluir, sí, fluyes. Chidísimo, muy valioso y tentador romper con las farsas tóxicas mal apropiadas del “hombre invencible o el centro del universo”. En su lugar, mejor la sanación, la sensatez.


¿Cómo?...


No sé explicar el cómo; salvo cómo intento expresar y fluir el cómo lo intento vivenciar en el dojo Seirenkan Tlalpan, Ciudad de México; pese a todas mis torpezas y deformaciones.


Muchas gracias Maíztra y compañer@s. Luz por siempre y, quizás en algún instante, satori.


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