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Estar a tiempo.

Autor: Juan Carlos Peña.


Tiempo y espacio fueron simultáneos. Al primer síntoma de distancia surgió el primer síntoma de tiempo y viceversa. Antes no había distancia, ni había tiempo.

A menudo olvidamos que el Aikido es un Budo, es una representación moderna del antiguo Bushido. Por ende, el Aikido es tanto un arte marcial como un arte para la transformación de la vida del practicante. No es un deporte, no es un entretenimiento.

Cuando hablamos de la transformación de la vida del practicante, nos referimos a varias cuestiones: La primera es armonizar. Armonizar las aparentes fuerzas diversas que nos rodean y canalizarlas hacia un mejor término. ¿Será posible armonizar a destiempo? Por supuesto que no. ¿Podría un guerrero blandir la katana a destiempo? Inviable el sólo imaginarlo.

Una de las primeras veces que tuve la oportunidad de estar en Japón, en el Tendokan. Fuimos un grupo de mexicanos, entre otros extranjeros y muchos japoneses. Estábamos en seiza, a punto de iniciar el Keiko, cuando un murmullo se escucho: Is a Mexican, is the Mexican... Un compañero llegó tarde y pretendía entrar al Dojo.

En otra ocasión, vino Kenji Shimizu Sensei a México, a impartir un seminario. En alguna de las noches se hizo un convivio para que todos los grados Dan y algunos otros invitados pudieran convivir con Sensei. Se citó a las 8 pm. Muy pocos fueron los puntuales, la mayoría llegó a las 10 pm, cuando incluso algunos estaban ya por irse. Sensei estaba muy molesto e hizo una pregunta: ¿qué sentido tiene hacer una reunión para convivir, si todo mundo llega a destiempo? ¿no es la idea convivir todos en el mismo momento? En otras palabras: ¿No es la idea armonizar? ¿estamos haciendo Aikido?

Curiosamente, el mismo compañero que llegó tarde al Tendokan en Japón, alguna vez argumentó que en México era una falta de educación llegar a una reunión a tiempo.

La práctica del keiko tiene un horario. Al impartir la clase tenemos la obligación de iniciarla en el momento preciso, por respeto al Budo, por respeto a los practicantes. Hacerle perder el tiempo a los demás es matarles parte de su vida que jamás será recuperada. Nuestro tiempo de vida es limitado y es lo más valioso que tenemos. En nuestro último instante de vida no habrá fortuna que nos pueda dar ni un segundo más.

Estar a tiempo nos afecta en diferentes niveles, aquel que suele llegar cinco minutos tarde a clase para librarse durante el calentamiento ya sea de los ukemis o de los abdominales, está cometiendo una falta hacia sí mismo. ¿Cómo pretende mejorar su forma de caer? ¿cómo pretende mejorar su resistencia? ¿cómo pretende respetar su propio cuerpo? Aquel que llega tarde regularmente, comete una pequeña falta hacia sus compañeros y maestros al interrumpir la clase, pero esa falta es fácil pasar inadvertida para los demás. Pero aquel que suele llegar tarde a la práctica, se hace un daño mayor a sí mismo y esa falta que nace del interior no debe dejarse inadvertida. Si esa cuestión tan simple de llegar a tiempo resulta tan complicada para algunos, entonces ¿será posible armonizar en el momento preciso una técnica de Aikido?


En la práctica de las técnicas de Aikido, un simple movimiento desencadena consecuencias. Moverse antes de tiempo puede provocar un choque en lugar de una armonía. Moverse antes de tiempo puede provocar que el compañero cambie de idea durante el ataque y realice algún otro agarre ¿qué sentido tiene ir por una mano que ya me lleva 50 cm de ventaja?. De igual forma, moverse después del tiempo adecuado implica que me tomen o que me golpeen y ya no podamos realizar la técnica adecuada para dicho momento. Una de las partes más importantes del aikido es moverse en el instante correcto. Sólo moverse en el instante correcto anula el antes y el después. Sólo moverse en el instante correcto nos lleva a comprender el Ki.

Hay una gran diferencia entre aprender y aprehender. Esto último sólo se realiza con la práctica constante y con la mente de principiante. Poniendo nuestra intención en mejorar cada vez. Poniendo particular intención en movernos en el instante correcto. Poniendo particular atención en la continuidad de la energía, en armonizar todas las fuerzas. No chocar, no cachar, no adelantarse, no atrasarse. Sólo realizando el instante correcto logra uno anular el destiempo. Sólo la repetición consiente y con absoluta atención nos lleva a comprehender el Aikido.


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