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Primer semana en el Tendokan


Esta fue mi primer semana de entrenamiento de este año en el Tendokan. Para quienes han tenido la oportunidad de estar aquí, saben que la energía del Keiko es muy particular.

No puedo compartir todo, me gustaría que estuvieran aquí para vivirlo personalmente.

A veces lo más difícil no es aprender técnicas nuevas o complicadas, a veces lo más difícil es “resetear” lo que uno cree que sabe, lo más básico, hasta en lo que nos sentimos buenos, quitarse las ideas fijas y ser lo suficientemente flexible para que todo el tiempo sea un constante aprendizaje.

El entrenamiento de la mañana comienza a las 6:30 am, hay que estar en el Tendokan desde las 6:00 y considerando donde me hospedo, tengo que levantarme a las 5:00 am. La última noche no pude dormir bien, casi nada, llegué con mucho sueño, pero llegué y Shimizu Sensei dijo algo muy cierto al inicio de la clase, comentó que el “Asa Keiko” (entrenamiento matutino) es muy complicado, porque muchas veces estamos cansados, tenemos sueño, es frio el tatami, nuestro cuerpo está más rígido y sentimos que no podemos, pero al mismo tiempo es donde mejor trabaja nuestro espíritu porque tenemos que sobreponernos a las condiciones adversas y sobre todo a nosotros mismos, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos.

Lo importante es hacerlo y ya realizado nos damos cuenta de que valió la pena.

Así fue, terminando la primer hora de Keiko me sentí contenta y con mucha energía, aun a pesar de no haber dormido casi nada, ya el segundo Keiko de la mañana fluyó como agua.

Sensei también mencionó que muchas personas desisten de la práctica del Aikido después de un año, otros después de 5 o incluso más. Hay muchos motivos pero algunos desertan porque sienten que las técnicas no les salen y se frustran. En esos casos también es uno mismo el peor enemigo, ya que, cualquier cosa con practica constante se llega a dominar, lo importante es no desistir.

Entrenar en el Tendokan es muy enriquecedor, la oportunidad de corregirse uno mismo está en cada movimiento y los consejos de los maestros y compañeros son invaluables.

Hace unos días platicaba con Waka Sensei de lo complejo que es ser maestro de Aikido y cómo muchas veces uno deja de tener confianza en uno mismo, sobre todo cuando no sabes si los alumnos realmente te ven como su maestro, pero al igual que en el “Asa Keiko” también como instructora, sé que me debo sobreponerme a mi misma y seguir intentando dar lo mejor, no sólo para crecer como individuo sino para crecer como grupo.

Al final seguimos puliendo el espejo todos los días.


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