Me la paso muy bien.
Autor: Cesar Octavio Larrañaga.
Llevo un poco más de un año estudiando Tendoryu Aikido y ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en los últimos años. Desde niño he tenido un especial gusto por las artes marciales y la oportunidad de estudiar algunas disciplinas, pero lo que he aprendido y vivido en el Tendoryu Aikido ha sido muy singular y de alguna manera, totalmente diferente a lo que he practicado. Si bien es cierto que el cuerpo humano guarda memoria, el ir aprendiendo esta disciplina ha provocado entender mi cuerpo de una forma más satisfactoria que la educación marcial que he recibido.
Desde un punto de vista muy personal, porque es la manera en que la sensatez se hace presente y no de otra forma. Por un lado, lo que entendemos o suponemos que son los movimientos o reacciones naturales del cuerpo humano, como animal y mamífero pese a la condición del raciocinio, en mi experiencia resulta cuestionable y no lo suficientemente explorada para pensar que así es la naturaleza cinética del ser humano, provocando una grata sorpresa al saber que aún hay mucho más que descubrir de tus movimientos corporales, aunque tengas la edad y complexión que sea, digamos que abre y libera de limitaciones. Y por otro lado, la profunda carga occidental que tenemos, las formas de vida sistémica y la obsesiva tendencia a la comodidad o por ende, a la inercia que ofrece la realidad actual que seguimos, para mí, en especial la occidentalización de nuestra cultura por siglos, han logrado atrofiar de manera alarmante la capacidad corporal humana encerrándonos en placebos dañinos que limitan el amplio rango de movilidad y reacción del cuerpo humano que solo nos deterioran, un arraigado desperdicio por el desuso corporal que occidente nos ha legado y que no hemos cuestionado ni evolucionado.
Enhorabuena que oriente, Asia y en este caso Japón, así como debido a la iniciativa mexicana de traer la disciplina para tener el privilegio que los pueblos del sol en América, como lo es México, podamos estudiar el Tendoryu Aikido de los pueblos del sol en Asia. Un pedacito muy valioso y muy fructífero de Japón en nuestro país. Sencillamente maravilloso.
Es así que, entre tantos beneficios de salud y conocimiento en plural y de forma integral, estudiar Tendoryu Aikido es sumamente divertido. Puedo afirmar que experimentas una libertad muy singular y a su vez, una disciplina que, sí, efectivamente te produce felicidad o lo que eso quiera decir, quizás un hedonismo, un placer sincero que el cuerpo agradece y nos provoca reconocer e integrar nuestras cualidades humanas. Lejos de una falsa moral dicotómica de lo bueno y lo malo. Hablo de la condición humana primigenia, primitiva ajena a cánones religiosos o convencionalismos sociales que en mi experiencia sucede como alumno o estudiante de este Budo, pese a su amable y certera visión de gran sencillez espiritual. El Tendoryu Aikido es el resultado de una profunda observación y contemplación meditativa y activa de la naturaleza, los ecosistemas insulares de Japón y la lógica circular del Universo, que rompe totalmente con la lógica cuadrada de un dispositivo de tecnología móvil o la cuadratura occidental per se: “el hombre es la medida de todas las cosas” y ¿cuándo tiembla o llega la olota, cómo se mide el hombre?.
La disciplina del Tendoryu Aikido incentiva a “ser una mejor persona” así versan las enseñanzas prácticas y filosóficas de este arte marcial que nace y se dedica completamente a la PAZ, si la PAZ en mayúsculas de forma activa y contundente. Quizás algún día llegue a entender eso de “ser una mejor persona” que enarbola la disciplina, pero con toda sensatez como no está en mis aspiraciones ni en mi estructura personal, en lo que sucede lo que tenga que suceder, me divierto mucho y experimento una libertad que me resulta compleja explicar en palabras al ser totalmente vivencial: practicar Tendoryu Aikido.
En verdad si quieres darte la oportunidad de experimentar la disciplina del Tendoryu Aikido, ten la seguridad de que, si te gusta o no, seguro el practicarlo para decidir qué harás, será algo muy positivo para tus intereses y forma de vida. Sinceramente déjate embrujar por el duende de Japón en México, ese gran pedacito de su cultura que es el Tendoryu Aikido. Como decía mi padre y comparto plenamente: “México tiene mucho que aprender de Japón” …
Muchas gracias Tendoryu Aikido Japón-México, la paso muy bien.