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Aikido fuera del tatami.

Autor: Rafael García


Varios años atrás comencé mi experiencia con otras artes marciales, las que por varias circunstancias y pretextos en su momento, abandoné. Tras pensarlo mucho, mi decisión finalmente fue acercarme de nuevo a las artes marciales, y siendo honesto, el Aikido no figuraba dentro de esas preferencias. Equivocadamente, tenía el pre concepto de un deporte en el cual, existía una coreografía entre individuos y por tanto, lejos de la espectacularidad de los bloqueos, golpes o patadas y de vencer realmente a un oponente al que estaba acostumbrado. Durante un viaje de trabajo, en el cual, todo lo que podría salir mal, salió. Curiosamente me encuentro con la información del Dojo de Seirenkan, así que decido investigar un poco más respecto al Aikido. Y bueno, como todo, Internet lleno de contradicciones respecto a su efectividad o falsedad. De alguna forma encuentro un cierto encanto en las palabras de Ō- Sensei Morihei Ueshiba respecto a que “Herir al oponente es herirte a ti mismo”, y que “El Arte de la Paz es controlar la agresión sin producir daños”. Estas palabras resonaron en mi como resultado del viaje, donde, muchas cosas debieron ser distintas.

Tuve la gran suerte de caer en un excelente lugar. Seirenkan. Tras sobrevivir a las primeras semanas de aburridos ukemis en el Keiko, piernas y cuerpo adolorido fuera del tatami; y de dolores en las muñecas tras los primeros Kote Gaeshi en técnica básica tras resistirme, comencé a entender un poco más de lo que significa en realidad el Aikido. El avance en el Aikido implica armonizar con tu oponente, aprender a que cada repetición en la técnica implica ir con la mente de Shoshin (Mente vacía, mente de principiante) no importando cuantas veces se repita la misma técnica; y lo más importante que resuena en mi en cada Keiko, evitar el conflicto y no luchar. En unos días más cumplo 4 años de la práctica de este Budo, y aún batallo con ese avance del Aikido, chocando, no fluyendo, perdiendo la armonía en la práctica y llegando con movimientos pre concebidos en lugar de mente de Shoshin. He aprendido al menos que el Aikido no es un deporte. Se acabó la competencia con los demás, e inició el reto más grande, vencerme a mi mismo. El llevar el Aikido fuera del tatami es parte del Aikido mismo. Los mismo principios de avance, evitar el conflicto y armonizar con los demás, y afrontar los hechos siempre con una mente de Shoshin. Al igual que en el tatami, fuera de él, a veces no consigo avances, pero cierto es que sigo es esa competencia que inicié contra mi. Hoy encuentro el mayor valor en la filosofía que mueve al Aikido, que nos mueve a ser una mejor persona dentro y fuera del tatami.

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